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Textos de acceso libre
El Crepúsculo Postpandémico.
Prof. Jaume Patuel Puig.

Barcelona, 4 de mayo de 2020.

Un amanecer o el crepúsculo matutino. Una nueva luz, una nueva claridad después de la oscura noche, de la tormenta intempestiva, del viento traidor y de los destrozos incalculables, además de las muertes rápidas, sufridoras y con mucho dolor. La soledad, como la solitud, han imperado. Y tengamos sobre todo en cuenta que el árbol no tape el bosque, como el bosque no esconda el árbol. Que la acción local no eclipse la visión global y que ésta no prive la mirada de la acción. La razón de una persona o de un grupo no se imponga a una razón más universal y que ésta no ensordezca la del particular.

No es fácil esta conjugación, pero es totalmente imprescindible para avanzar en la superación del miedo y la angustia además de cultivar la esperanza y la confianza en el futuro que es el momento presente. Esta actitud ayudará a defendernos sanamente de las angustias que nos quieren inocular "ciertas autoridades". La angustia falsa o desmedida no ayuda a mantener un equilibrio mental e interior para poder equilibrar: el todo y la parte. Y hay que poder vislumbrar que no es cuestión apocalíptica, sino de apocalipsis. El apocalipsis es revelación, nueva manifestación, nuevo programa: un nuevo paradigma. La apocalíptica es el destrozo, la ruina, la muerte física, psíquica e interior como programa.

El amanecer postpandémico permitirá una nueva creación, una nueva conciencia, una nueva visión: un paso más en el progreso integral de la Humanidad. Eso, sí, después de enterrar a los muertos con mucho dolor, de resolver las problemáticas económicas con mucho sacrificio y, tal vez, haciendo más daño a mucha gente que el mismo virus. Pero debemos poder ver el bosque. El horizonte para madurar y convertirse en Seres Humanos más humanos.

Hay que superar esta soberbia humana, este odio a la diferencia, esta codicia reptiliana, este no soportar el pensamiento diferente. Excluir al que no es de la misma raza, del mismo sexo, de la misma religión, de la misma clase social o de la misma cultura. Hay que tomar una nueva conciencia después de esta epidemia que ha sido mundial, que no ha respetado ni diferencias, ni privilegios, ni edades ni nada. El coronavirus ha hecho hincar de rodillas a un mundo lleno de orgullo, lleno de poder, lleno de ambición. Una sacudida fuerte a la soberbia de clases poderosas y excluyentes. La oligocracia ha tenido que arrodillarse. ¿Lo soportará o proyectará sus frustraciones a la vulnerabilidad humana de los débiles, en sentido amplio?

La nueva conciencia debe hacernos más humildes, es decir, aceptar nuestra limitación que es lo que nos hace humanos, dignos y respetados. Incluir a todos en la fraternidad más que en la solidaridad. Una libertad para todo Ser Humano que nos ha de llevar a una igualdad. Cualidades que no son únicamente de la racionalidad, sino de la razonabilidad que percibe la totalidad y la integridad de la Humanidad. Porque la Humanidad sin la interioridad o la espiritualidad continuará siendo una dificultad como bien dice Edward Wilson (1929): "El verdadero problema de la humanidad es el siguiente: Tenemos emociones del Paleolítico, instituciones medievales y tecnología propia de un "dios". Y esto es totalmente peligroso". Y aun añado un pensamiento de Rudolf Steiner de 1917, año de la gran gripe: "El ser humano sin espiritualidad no puede avanzar".

Ha habido una pandemia letal que nos ha golpeado la fragilidad física como la interior. Y debemos ser conscientes de ello. Pero en este pasaje de la noche oscura, a la vez, hay mucha luz que nos hace vislumbrar un mejor horizonte. Personas altruistas, generosas sin recibir aplausos y reconocimientos, como otros, que lo merecen ciertamente. Solidaridad sin fronteras. Mensajes y palabras de apoyo. La tecnología en función de la sociedad y necesidades. Confinamientos que se han vivido de mil formas diferentes.

  • ¿Habrá sido esta situación buena para reflexionar, cambiar, madurar, ser críticos de un materialismo salvaje, destructor?
  • ¿Para pasar de unas sociedades abocadas a la competitividad en ese neoliberalismo de patrón esclavo a una sociedad libre, fraterna e igual?
  • ¿Ser conscientes de las nuevas esclavitudes en nombre de un mejor mundo en progreso, cuando el progreso no tiene límites y pide más víctimas por su lucro insaciable?
  • ¿Para valorar el amor romántico, como un amor verdadero, así como, el amor de entrega como el amor incondicional y de otras formas de amar?

El amanecer puede alumbrarnos para ver mejor y construir una situación postpandémica con madurez integral. Madurar nos debe llevar a considerar que el ego no es el centro del mundo sino que debe respetar la Naturaleza, el planeta tierra, la Madre Naturaleza. Un ego que sea un buen gestor y no un propietario. Si no, ¿qué planeta dejaremos a los hijos, a los nietos, a los biznietos, a la futura Humanidad? Hay que empezar a comprender que todo está integrado, todo coordenado, todo relacionado. Que cada cual es a la vez todo y parte. Cada Ser Humano es un todo o kosmos pequeño, pero a la vez es parte del Kosmos. ¡Qué hermoso y maravilloso poder contemplar silenciosamente este nuevo amanecer! ¡Qué nueva visión o qué nuevo nivel de conciencia!

Pero al mismo tiempo no debemos olvidar que nuestros pies pisan tierra, su metro cuadrado, que tiene un espacio y tiempo. Es nuestro "kosmos" del que tenemos que ser responsables, vivir con gozo y placer sin nunca olvidar que es terreno conflictivo por la propia dinámica de nuestra totalidad humana, pero inacabada. Una gestión de las emociones reptilianas para convertirse en bondad, belleza, verdad y amor. Palabras sonoras, pero que deben poder convertirse en actos. Actos que harán una etapa postpandémica con visión integral. Todo inspirado en la Sabiduría Humana, la fuente que está en la profundidad de cada uno que hay que permitir que emerja, aflore y actúe. Este florecimiento nuevo nos llevará a esta tierra nueva, que ha sido abonada por el dolor, la muerte, la destrucción como la generosidad, la fraternidad y el amor.

Una nueva aventura está llegando, por no decir que ya ha comenzado: ¿nos apuntamos? Y conviene no olvidar, ciertamente, que la pandemia no es ningún castigo de Dios ni del Destino, pero puede ser una Resurrección, una Transformación, una nueva toma de conciencia o un caminar con Madurez Integral. Este es el reto, que ya ha comenzado: Un nuevo amanecer nos muestra un nuevo horizonte postpandémico, ¿más humano?

 


Acerca del autor:

Prof. Jaume Patuel.
Psicopedagogo, psicoanalista y teólogo.
Profesor de la Formación Permanente en los Jesuitas de Sant Cugat (Barcelona) y del Instituto de la Salud Mental de la Fundación Vidal i Barraquer de Barcelona.


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